Plan CERINA: Inversiones para la protección contra el cambio climático
El nombre del plan, CERINA, procede del inglés “CO2-Emissions and Renewable Investment Action Plan”. A diferencia del instrumento de Kyoto, que es en esencia un modelo de limitación con umbrales superiores predeterminados, el IWR propone una inversión tecnológica con la que las emisiones de CO2 de un país se vinculan a inversiones en tecnología para energía renovable.
Historia
Las emisiones globales de CO2 alcanzaron en 2014 los 35.450 millones de toneladas, lo que supone un 55% más que en 1990, el año de referencia para el Protocolo de Kyoto. El modelo propuesto por el protocolo de Kyoto representa una limitación de las emisiones de CO2 por país. Sin embargo, el pronunciado aumento de las emisiones de CO2 desde 1990 demuestra claramente que el mecanismo de Kyoto no funciona. El instituto alemán IWR de energías renovables ha desarrollado con el plan CERINA un modelo de inversión alternativo. Con esta propuesta en pro de la estabilización de las emisiones, se vinculan directamente las emisiones de CO2 de cada país a inversiones en energías renovables.
Emisiones Globales de CO2 (Mill. t)
El plan CERINA se basa en inversiones en energía renovable
El principio del plan CERINA es el siguiente: cuanto mayor sea el volumen de emisiones de CO2 de un país, mayores serán las inversiones de compensación en tecnología para energías renovables. Puesto que todos los países emiten CO2, deben asumir su responsabilidad y contribuir. Dado que se conoce la tasa de aumento del CO2 global (en millones de toneladas) al año, es posible calcular retrospectivamente las inversiones en sistemas de energía renovable (eléctrica, térmica y combustible) necesarias para, al menos, compensar el incremento global de CO2 y frenarlo. Las inversiones mundiales en sistemas de energía renovable llegaron a los 170.000-210.000 millones de euros en 2014. Para estabilizar las emisiones de CO2, según los cálculos de IWR, las inversiones deberán alcanzar los 500.000 millones de euros al año, como mínimo.
Concepto: Los países compensan las emisiones de CO2
El elemento decisivo del plan CERINA consiste en la división propuesta de las inversiones en tecnología para energías renovables entre los distintos países, que se puede calcular en función de las emisiones de CO2 de cada país. Cuanto mayor sea el volumen de CO2 emitido por un país, mayores serán las inversiones necesarias. Con un total de 35.450 millones de toneladas de emisiones de CO2 en todo el mundo y una inversión de 567.000 millones de euros al año en energías renovables, se obtiene un precio teórico del CO2 de 16 euros por tonelada. De este modo, se pueden definir inversiones concretas para cada país en energías renovables según la cantidad de CO2 emitido. El IWR ha calculado las inversiones de energía renovable para 65 países a partir de sus emisiones de CO2.
Ejemplos: Inversiones propuestas por el plan CERINA
Según el plan CERINA, China, con 9.700 millones de toneladas de CO2 emitidas, debería fomentar la inversión de 154.000 millones de euros en sistemas eólicos, solares, hidráulicos o de biomasa mediante medidas políticas. En la India, con 2.100 millones de toneladas de CO2 emitidas, se precisan 3.300 millones de euros de inversión, mientras que en Alemania, con 779,1 millones de toneladas, serían 1300 millones de euros. Incluso los países más pequeños con emisiones bajas están incluidos en el plan CERINA. Hungría con unos 45 millones de toneladas de emisiones debería invertir al año 700 millones de euros y Nueva Zelanda, con 39 millones de toneladas, 600 millones de euros al año.
La competencia en las inversiones promueve la protección contra el cambio climático
El nivel de limitación del Protocolo de Kyoto fue rechazado en muchos países, sobre todo en el sector industrial. El principio que subyace al plan CERINA es un concepto de inversión que funciona tanto de manera independiente como combinado con otros instrumentos de protección contra el cambio climático. Una competición abierta de inversiones aumenta la aceptación del tema “protección contra el cambio climático” en las esferas política e industrial. De este modo, se crea una escala internacional de inversiones en energía renovable que puede, además, ser muy significativa como estadística de exportación. La gran ventaja del concepto CERINA es que mediante el mecanismo directo de vinculación, cada país tiene dos válvulas de ajuste para cumplir con sus obligaciones en materia de protección contra el cambio climático: o bien limitar las emisiones o bien aumentar las inversiones en energías renovables. Con estas alternativas, los países tienen mayor margen de maniobra a la hora de organizar la protección contra el cambio climático. La contribución de los países con bajas emisiones es menor que la de los países con mayor volumen de emisiones. Cada país tiene la opción de elegir la solución que más le conviene. Al final, el aumento de la proporción de energías renovables o la reducción de las emisiones de CO2 (o lo que es lo mismo mayor eficiencia) conduce automáticamente a la estabilización o disminución de las emisiones globales.